La última vez que vi a Luke (la vez que decidí que fuera la última)
terminé frustrada e insatisfecha. En todos los sentidos en los que alguien se
puede sentir frustrado e insatisfecho. Si algo me quedó claro es que no tenía
por qué aguantar algo así, que mi generosidad y mi paciencia tenían un límite y
por este chico no merecía la pena ni alcanzarlo.
De aquello hace ya varios meses y el enfado que pude tener
ya se me había pasado, así que hablando por su recién estrenado whatsapp y
viendo que él tenía ganas de repetir, se me ocurrió comprobar una hipótesis: ¿Se
podría convertir Luke en un amante generoso si se encontrase en la cama a
alguien tan egoísta como él? ¿Se cazan más orgasmos con miel o con vinagre?
Como el tema no estaba para citas elaboradas, me fui a Malasaña
a jugar un trivial con unas amigas, él se fue de copas con sus colegas, y
cuando tuvimos a bien terminar nuestras respectivas obligaciones, nos
encontramos en mi casa. Ponernos al día de nuestras vidas en los últimos meses
no nos llevó mucho tiempo, así que enseguida empezamos con el experimento: Yo haciéndome
la dura y él maniobrando en los espacios. Tras la confusión inicial fue rápido
en su reacción y viendo que yo no iba a dar ni una caricia de más, se esforzó
en llenar el vacío con más movimientos y trucos que guardaba a saber dónde y yo
no había visto nunca, supongo que confiando en que yo me iba a ablandar y a
poner de mi parte para devolverle el esfuerzo invertido, pero cuanto más empeño
ponía él, más dominátrix me ponía yo.
Y funcionó. Vaya que si funcionó. El mejor polvo Luke-Beli
de la corta historia de Luke y Beli. Tan bueno que prefiero no repetir, no vaya
a ser que se aprenda el truco y ya no funcione. Y además, ir de dura por la
vida no es lo mío. Se me iba a notar que voy de farol porque todo el mundo sabe
que yo en la cama, cualquier cosa menos fingir.
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