Hay veces que alguien es una canción. No hablo de “Oh
cariño, es nuestro tema” porque sonaba en las fiestas del pueblo cuando os
enrollasteis por primera vez. Hablo de esa otra sensación, de escuchar un verso
o un ritmo y pensar: “Esto lo compusieron para ti”. O para la parte de ti que
conozco o que me mostraste. O la parte de mí que aparece cuando estoy contigo. Muchas
de las personas a las que les he colgado canciones han desaparecido de mi vida
sin saberlo. Y a lo mejor les habría hecho ilusión.
Hace mucho tiempo perdí la cabeza por alguien que no debía y
aún recuerdo cómo una mañana, subiendo por la calle La Palma tras salir de su casa,
se apoderó de mí como un martillo percutor o un salmo “En tu agujero” de Marea,
retumbando en mi cabeza resacosa y humillada. Y fue entonces cuando tuve más
claro que nunca que ese chico no me hacía bien.
El otro día esperaba el autobús después de haber
pasado la noche con Luke y sin previo aviso, desde mi ipod, mi querido maestro, el señor
Zambayonny, me berreó esto al oído:
Era tan Luke que me dio la risa y claro, las señoras de la
parada, que no entendían nada, me miraron raro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario