miércoles, 10 de abril de 2013

Full stop II


Como decía en la entrada anterior, el que culpe de su falta de compromiso a mi falta de comunicación, me indigna un poco, y como no era cuestión de dejarse nada en el tintero, lo he soltado todo.

Le he respondido que siento que él nunca ha puesto de su parte ni ha apreciado mis esfuerzos por que esto funcione, que las noches sin dormir, las horas de metro, el dedicarle mi único día libre de la semana casi en exclusiva durante meses, para mí valen más que las frases de amor que tan fácilmente se mienten los enamorados. 

A pesar de esta verborrea inusitada, a juzgar por su expresión estupefacta, parecía que le estuviera hablando en eslovaco. Como si hubiéramos estado en relaciones distintas. Pero para mí ha quedado muy claro el problema: Él quería palabras y yo no se las daba, y yo buscaba hechos, y no los encontraba.

Lo irónico del asunto es que, a pesar de los sentimientos, de las cosas guardadas y de las emociones de las últimas semanas, el verdadero full stop lo han puesto mis gatos.

Justo cuando estaba todo explicado, pero nada decidido, el Bicho ha irrumpido en la conversación saltando sobre mi butaca, como si quisiera recordarme que lo más importante aún estaba por decir :

"Y esto es otro tema..."

"Ya..." 

“Yo no puedo tener una relación seria con alguien que no puede venir a mi casa”

Y él, sin estornudar ni nada, me ha contestado que les tiene alergia y que no puede remediarlo. Ni el Vetriderm de Bayer ni mi aspiradora con filtro HEPA le han motivado si quiera a intentarlo.

Nos hemos dado un abrazo de despedida y se ha marchado. Full stop.

lunes, 8 de abril de 2013

Full stop


En los últimos tiempos “full stop” es la expresión favorita de Linda, aunque la verdad sea dicha, le cuesta menos decirlo que ponerlo en práctica, después de un año de rupturas y falsas esperanzas con su ex que siempre que reaparece la deja un poquito más triste y queriéndose un poquito menos. “Do as I say, not as I do” que dicen los británicos.

Pepe me decía por SMS que me echaba de menos y yo, que me había impuesto la ley del silencio para no recaer, al final le tuve que reconocer que yo también a él. Pero casi tres semanas de darle vueltas al tema (porque me he puesto bastante obsesiva, la verdad) me han abierto los ojos, y aunque doliera y costara, o encontrábamos una solución a nuestros problemas, o habría que ponerle un full stop. Si algo tenía claro es que no quería meterme en la espiral destructiva en la que se encuentra Linda. Era hora de meterle cabeza, y no corazón, al asunto Pepe.

Hoy, que habíamos quedado para hablar por la tarde, se ha presentado por sorpresa en mi casa por la mañana, arruinando mi plan de crearle una impresión visual inolvidable (medias desafiando al frío y push up del Primark) de nuestra reconciliación o último encuentro. Tal vez el plan no haya fracasado del todo y realmente le sea imposible olvidar la imagen de una Beli en pijama y bata de invierno, con los pelos de punta y los ojos llenos de legañas, pero no era eso precisamente lo que yo tenía en mente.

Sea como sea, lo importante es que hemos hablado, cara a cara, y nos hemos dicho las cosas que nos teníamos que decir, que para mí no es un asunto al que esté muy acostumbrada ni se me dé especialmente bien. 

Me imagino que si Cupido dirigiera el cotarro en el juicio final, nada más llegar a las puertas del cielo me diría: “Usted tiene varias denuncias por hermetismo emocional” y me condenaría sin posibilidad de apelación a los infiernos del amor: la soledad eterna.

Mis parejas siempre se han quejado de lo mismo, y Pepe no iba a ser una excepción. Me ha explicado por qué le había dolido el tema del concierto (“parecía como si te diera igual no poder vernos en 15 días después de todo lo que había pasado”) y más importante que eso, me ha dicho que le resulta muy difícil acercarse a mí  porque yo siempre llevo puesta una coraza y saco las púas a la primera de cambio. Está bien, ahí le puedo dar la razón.

Pero entonces me ha confesado que si no se ha comprometido más y antes en esta relación es porque nunca sabe lo que pienso, porque nunca le digo nada y para él eso significa que no me tomo en serio lo nuestro, y que nunca le he demostrado que me importa.

Y ahí, movida por la necesidad de ponerlo todo en claro, y un poco por la indiganción, he empezado a hablar (Cupido, toma nota)...

(Continuará)


viernes, 5 de abril de 2013

Lo que diría Cortázar


¿Qué diría Cortázar en una situación de amor desesperado? Pues diría:

No me des tregua. No me perdones nunca. Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que vuelves.

Lo sé porque me lo ha mandado Pepe en un email.
Genial. Ya sé lo que opinaba Cortázar, por cierto, mi escritor favorito (¿se acordaba o ha sido casualidad?). Pero sigo sin saber lo que piensa él, aunque la verdad, cada vez me da más igual.

Y puestos a hablar en boca de otros, yo también tengo algo que decir:




Lo que diría yo, si fuera Iván Ferreiro (Turnedo)

Encargo de Cortázar y otros poemas, aquí: