Como decía en la entrada anterior, el que culpe de su falta de compromiso a mi falta de comunicación, me indigna un poco, y como no era cuestión de dejarse nada en el tintero, lo he soltado todo.
Le he respondido que siento que él nunca ha puesto de su parte ni ha apreciado mis esfuerzos por que esto funcione, que las noches sin dormir, las horas de metro, el dedicarle mi único día libre de la semana casi en exclusiva durante meses, para mí valen más que las frases de amor que tan fácilmente se mienten los enamorados.
A pesar de esta verborrea inusitada, a juzgar por su expresión estupefacta, parecía que le estuviera hablando en eslovaco. Como si hubiéramos estado en relaciones distintas. Pero para mí ha quedado muy claro el problema: Él quería palabras y yo no se las daba, y yo buscaba hechos, y no los encontraba.
Lo irónico del asunto es que, a pesar de los sentimientos, de las cosas guardadas y de las emociones de las últimas semanas, el verdadero full stop lo han puesto mis gatos.
Justo cuando estaba todo explicado, pero nada decidido, el Bicho ha irrumpido en la conversación saltando sobre mi butaca, como si quisiera recordarme que lo más importante aún estaba por decir :
"Y esto es otro tema..."
"Ya..."
Justo cuando estaba todo explicado, pero nada decidido, el Bicho ha irrumpido en la conversación saltando sobre mi butaca, como si quisiera recordarme que lo más importante aún estaba por decir :
"Y esto es otro tema..."
"Ya..."
“Yo no puedo tener una relación seria con alguien que no puede venir a mi casa”
Y él, sin estornudar ni nada, me ha contestado que les tiene alergia y que no puede remediarlo. Ni el Vetriderm de Bayer ni mi aspiradora con filtro HEPA le han motivado si quiera a intentarlo.
Nos hemos dado un abrazo de despedida y se ha marchado. Full stop.