Puffff. Ha sido un fin de semana tan movidito (física y
emocionalmente) que he decidido dividir el post en tres partes (mis tres
regalos) y aún así no sé ni por dónde empezar. Bueno sí, empezaré por hacerme
un homenaje (que para eso es mi blog ¿no?)
¡Feliz Cumpleaños Beli!
Pues sí, hoy (ya lunes) 12 de noviembre, hace ni más ni
menos que 35 años que llegué a este mundo entre dolores de parto y discusiones
familiares. Con mi abuelo Secundino (que normalmente no se alteraba por nada)
amenazando con echar del hospital al que volviera a decir que esa niña era fea
y con la banda sonora de mis alaridos amenizando la entrañable reunión (empecé
a llorar ese día y no paré hasta los 16).
Primer regalo (Dos tickets para la montaña rusa Dragon-Fuck)
La primera parte de mi fin de semana precumpleañero comenzó
premonitoriamente con “La vida es sueño”, en un montaje teatral que casi me
reconcilia con el Siglo de Oro de la literatura española. Y si la obra me
pareció buena, las horas de (disculpadme el anglicismo, pero no doy con un
adjetivo mejor) mind-blowing sex que le siguieron me auguraron un comienzo de
los 35 insuperable.
¿Qué mejor forma de empezar el año que montada en una nube
cual Son Goku? O mejor dicho en un dragón. En “my potencial dragon”.
A lo mejor es sólo que estoy atravesando la crisis de los 35 y como comprarme un
descapotable no tendría sentido, ya que no tengo ni el dinero ni el carné, he
decidido en su lugar hacer una estupidez aún mayor, que es ignorar los 10 años
y las muchas diferencias que me separan de Pepe y pretender que éste es el
bueno, el que estaba buscando.
O a lo mejor es que cuatro inseguridades de nada no pueden competir
con una lengua que lo mismo te habla de Corea que te proporciona tres orgasmos
sin solución de continuidad.
Y después de eso, a ver quién es la guapa que se pone a
pensar con claridad.
(Continuará)