Una vez alguien a quien tenía en alta estima (¿dónde
estarás?) me dijo que en Google estaban las respuestas para todo, hasta para
los estados de ánimo. Una mañana en la que no se sentía particularmente optimista
había escrito en el buscador “Me quiero morir” y le había aparecido un poema de
Lorca. Esto, por alguna razón, le había maravillado y por ende, levantado un
poco la moral y aliviado la resaca.
Desde entonces los tiempos y los motores de búsqueda han
cambiado bastante, así que si tecleas hoy la misma frase (lo he hecho por
motivos empíricos), lo que te encuentras son cinco enlaces de Yahoo respuestas
y otro de depresion.org. Falta poesía.
La fascinación que le había producido la respuesta de Google
contenía también cierta cura de humildad. Cuando sientes cosas que te hacen creerte
único, basta un golpe de ratón para darte cuenta de que no importa lo retorcido
que sea: alguien lo ha pensado antes. Internet, visto así, es la constatación
de nuestra falta de originalidad sentimental.
Otro amigo (músico) de la época lo tenía muy claro. Solía
decir: “Odio a Gustavo Cerati, porque todo lo que quiero componer, se le ocurrió a él antes”. Hay gente con talento y luego, los que escribimos en Internet.
Soda Stereo y Andrea Echeverri haciendo magia en La ciudad de la Furia
De todo esto hace muchos años y muchas vidas, pero aun así,
de tanto en tanto, en esos días en los que ni yo me puedo explicar, me vienen a
la cabeza Lorca, Google y el muchacho (en serio, ¿dónde estás?), y pruebo
suerte, hasta ahora siempre con resultados decepcionantes.
Hoy era uno de esos días y me ha salido esto:
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