Hace dos meses que conocí a Pepe. Sólo en la primera semana
fuimos al cine, al teatro, hecho senderismo y hasta tuve mi primera crisis.
Supongo que eso debe de suponer algún tipo de récord, a ver si lo googleo y me
meto en un ránking.
Desde entonces ha habido muchos cines, cenas, mucho dormir
abrazados y mucha cara de imbécil en el metro volviendo de su casa. Hablo de
esa cara que se le queda a una cuando ha dormido poco pero bien, y en el camino
de regreso mira a la gente del vagón pensando “Se van a dar cuenta. Se me nota que he follado”. Y su
cerebro aturdido por la subida hormonal sólo acierta a rememorar lo que paso
anoche (y por la mañana). Lo que dijo, lo que hizo, lo que acarició, lo que
besó… Qué estupidez deliciosa.
Lo que no termino de entender es por qué él sí y otros no.
Por qué por primera vez desde que rompí con P. quiero que un ente concreto se inmiscuya
en mi vida. ¿Qué tiene él que no tuvieran los otros?
Mi potencial dragon tiene cualidades, faltaría más: Es
inteligente, culto, cariñoso, con sentido del humor… Como tantos otros. Pero
éste me miente y yo le creo. Adiós barreras, adiós murallas. Hola corazón hecho
polenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario