Pues parece que después de todo el mundo no se ha acabado. Qué
desilusión, con lo que me apetecía a mí ver una lluvia de asteroides, o conocer
a un zombi en persona.
Tampoco me ha tocado la lotería, lo cual está muy bien,
porque así estoy segura de que el hombre que me quiera no lo hará por mi
dinero.
Lo malo de todo esto es que habrá que hacer otra vez propósitos
de año nuevo y no cumplirlos, y seguir viviendo en este mundo tal y como lo
conocemos, que, la verdad, a veces es un asco.
Pero es Navidad, he sacado los adornos y mi espíritu navideño
del trastero y estoy dispuesta a disfrutar de lo que venga, sea una cena
familiar desastrosa, un apocalipsis o simplemente una mañana de dormir hasta más
allá del medio día, que me lo he ganado.
¡Felices Fiestas!
PD. ¿Y ahora que hago yo con los 50 litros de agua y la máscara
de gas que compré en el Lidl?
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