miércoles, 6 de junio de 2012

La ruptura más rara de la historia (II parte)


(Viene de la entrada anterior)

   Una botella de lambrusco, un "no vamos a ninguna parte"  y un silencio incómodo después...

- Pero ¿por qué?
- No se, falta algo. No hay química
- Pero dame una oportunidad
- No sé
Beso
- Déjate llevar
- Que no
Beso
- Me gustas mucho
- Y…
- Sin agobios, sin prisas
- Es que…
- Que no estoy enamorado de ti ni nada de eso
- Estaría bueno…
Beso
Beso
- Me gustas y me pones
Beso
Caricia
- Me pones mucho
- Es que no. Es que no. Que esto no funciona
- Espera
Beso contra el portal
- Me voy a casa
- Deja que me vaya contigo
- Que no
- Mírame
Beso… o…o…o
- Vamos a disfrutarnos, si dura una noche, una noche, si es una semana, una semana, o dos meses, o quién sabe, pero no te cierres
- Si es que va a ser peor. Luego me voy a sentir fatal
- ¿Por qué?
- Porque lo sé, porque me conozco
- Escucha…
- No me arrincones
- No te arrincono
Beso (en el rincón)
Erección
Más beso
- Me voy al autobús
- Te acompaño
- Es en Cibeles
- Déjame que te lleve
- Que no, que me voy
Beso
- Adiós

La escena está resumida (y censurada para menores de 18) pero no le echo menos de media hora. Y tengo que reconocer (aunque no esté orgullosa de ello… bueno, no estoy orgullosa de nada) que por un momento casi flaqueé. Como decía alguien, somos de palo pero no de piedra y el chico besa muy bien.

Y es que es cierto lo que le dije de que algo falta, y en el caos mental de la noche (y el lambrusco, maldito lambrusco) le di mil vueltas: alto, nada feo, cariñoso, atento, de mi provincia favorita… ¿Qué falla? Sólo camino del búho, siguiendo la parada de los monstruos que es Gran Vía a las 3 de la mañana me di cuenta de algo: No me había hecho reír. Ni una sola vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario