lunes, 20 de enero de 2014

Cibervenganza

En temas de infidelidad, como en cualquier cosa que tenga que ver con parejas y amores, no hay verdades absolutas. Existe el dicho aquel de que “los cuernos a más de 1000 kilómetros, no son cuernos”, el “ojos que no ven”, eso de que “las pajas no cuentan”…

Yo, que he sido, y me han sido infiel, y he perdonado y me han perdonado, tengo una opinión bastante particular y poco compartida al respecto, pero hoy no voy a hablar de mí.

El otro día, paseando por Badoo, me crucé con un chico de aspecto interesante que abiertamente ponía en su perfil que estaba en una relación de pareja. Comenzamos a hablar y le pregunté que qué buscaba en estas páginas:

“Venganza”, dijo.

Al parecer, su novia le había puesto unos cibercuernos que le llegaban hasta la memoria RAM, y para igualar el marcador, estaba intentando (con poco éxito hasta el momento) conseguir una chica con la que intercambiar fotos guarras y, si sonaba la flauta, marcarse una sex cam.

“Muy saludable vuestra relación… yo auguro boda”
“Ya, eso es lo que llevo diciendo dos años”

En ese punto de la conversación, yo me debería haber retirado amablemente deseándole lo mejor, pero la curiosidad me pudo y seguimos charlando.

“¿Y has tenido suerte?”
“Por ahora ninguna”
“Eso es el universo mandándote un mensaje, pero no sé si el mensaje es deja la venganza, que es muy fea, o es deja a tu novia y déjate de cibersexo y echa un buen polvo.

Puede ser que los años me hayan vuelto cínica, o tal vez fue que el chico, a pesar de todo, me terminó cayendo bien, o que no echaban nada en la tele, o puede ser que secretamente esté resentida con las parejas felizmente (o no) emparejadas, pero lo cierto es que al final me decidí a ayudarle. Al fin y al cabo, pensé, no es mi guerra.

Al día siguiente seguía intrigada con la historia que, a esas alturas ya era carne de este blog y entre mensaje y mensaje comencé a hilvanar teorías y modos de probarlas, así que tanteé discretamente:

“¿Y bueno, Moriarti, cómo se presenta el finde?”
“Poca cosa… a no ser que me invites a darme un mensaje del universo”

Ya. Y yo me lo creo.

“No te hagas el valiente”
“… Me has pillado”


Así que volvemos al inicio. En temas de cuernos, todos tenemos nuestros principios. Hasta los más infieles los tienen: Cuernos sí, pero sólo cuando me los ponen... Y si han sido por wifi, pues los pongo por wifi, no voy a ser un desalmado y usar mi 3g.

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