miércoles, 3 de octubre de 2012

El Bicho

En contra de lo que pensaba, adoptar al Bicho no ha hecho sino estrechar mi relación con mi pequeña familia felina. Observarles mientras me destrozan la casa, escuchar sus ronroneos, ver multiplicarse la bola de pelos que cubre mi sofá y dormir con uno en los pies y otro en la cabeza me hace cuestionarme si realmente necesito poner un hombre en mi vida. No sé si mi amor es infinito, y Oshún y el Bicho ya se llevan una gran parte.

Por cierto, yo le quería llamar Tyrion o Pinkman (definitivamente es un Jessie Pinkman, callejero, malote y tierno hasta la médula) pero tenía miedo de encariñarme y que luego no se llevara bien con Oshún. Una vez que le pones nombre no hay marcha atrás.

Durante la semana de adaptación una canción de Pereza me rondaba la cabeza y se la cantaba mientras le acariciaba la barriga y jugaba a la pelota en su habitación. La gente piensa que es un nombre feo, pero él y yo sabemos que no y eso es lo que importa.




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